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viernes, 19 de marzo de 2010

La crisis actual

La evolución humana ha seguido, en el trascurso de los tiempos hasta el presente, el patrón o la estructura de muchos de los cuentos tradicionales que conocemos: se inician con la crisis de la situación establecida, hay una confrontación entre lo correcto y lo incorrecto, hay pruebas a vencer, logros a conquistar, procesos de transformación de la sociedad hacia un nivel de conciencia mayor y establecimiento de un nuevo orden. Este patrón se desenvuelve cíclica y repetidamente desde el  inicio de la historia.

Asimismo, estas cadenas cíclicas de “crisis-superación de obstáculos-crecimiento” tienen la característica de ser cada vez más extensas –abarcan a mayor número de seres humanos- y más elevadas –las transformaciones son más profundas y también más rápidas.

En las fases de crisis nunca han faltado los pronósticos agoreros en forma de catástrofes, guerras, ruinas económicas, complots financieros y políticos,  epidemias, fin del mundo, etc. En estos días de crisis, los leemos por doquier: en páginas web, blogs, en foros, en tv, en el cine, etc.

Debemos de comprender que estas formas de expresión parten del más puro y desconocido miedo de los que lo pregonan y de los que se adhieren. Asimismo, no favorecen en absoluto el cambio que debemos experimentar. Es una especie de lastre del cual nos debemos liberar.

No todos han comprendido que la finalidad de estas fases de crisis es la de profundizar en los lazos que desde el corazón nos unen. El Amor compartido es el trabajo a realizar.

En esta situación de miedo individual y colectivo, prestamos una especial atención a todos aquellos sucesos que confirman nuestro estado de miedo: terremotos, violencia, desempleo, falta de oportunidades, terrorismo, etc.

Para superar esa tendencia podemos profundizar nuestra mirada. Si realmente afrontamos el presente mediante una correcta atención a todo lo que nos circunda: podemos comprender que, por ejemplo,  un terremoto es una oportunidad que se nos ofrece al resto del mundo para desarrollar nuestro espíritu de cooperación y solidaridad (como así está siendo). Muchas personas trasladan ese espíritu de amor, que resulta incuestionable cuando lo vemos en televisión,  a otras personas más cercanas de su entorno y que son habitualmente transparentes a las noticias. Nos referimos a amigos, familiares, compañeros de trabajo, conocidos, etc., que tal vez tan solo nos están pidiendo que les escuchemos ante un problema que les angustia, o tal vez que le dediquemos un poco más de calidad a la compañía que les brindamos.

Venimos a decir, en definitiva, que estas fases de crisis, ya sean sociales, económicas, personales, o de la índole que sean, son oportunidades para influenciar positivamente el ambiente que nos rodea. Por analogía vibratoria iremos creando impactos directos en el corazón de la humanidad.

Seamos faros de Luz divina. Difundamos, pongamos en la práctica, seleccionemos  todas aquellas acciones que redunden en la Unidad de los hombres, en la ayuda mutua sin distinción de credos, culturas, razas o religiones.

Esto puede parecer una declaración de intenciones muy bella, pero tiene una aplicación real e inmediata en nuestro entorno y nuestro día a día. Aplaudamos aquellas iniciativas políticas y sociales que favorecen la ayuda a los más necesitados, ya sean pobres, desempleados, inmigrantes, etc. Valoremos positivamente aquellas propuestas que reclaman la Unidad de partidos políticos, grupos sociales, países, religiones, etc. Apoyemos aquellas iniciativas que intenten resolver problemas globales, medioambientales, sociales. Apartémonos de aquellos que sin proponer alternativas ni soluciones claras y realistas, dedican  su tiempo a descreditar, a expandir la preocupación y el desastre, obteniendo beneficio de la desunión y la crispación,… la Vida ya les hará ver el error en sus propios espejos.

Desconfiad de aquellos que se crean poseedores del verdadero conocimiento, de aquellos que predicen futuras guerras mundiales, próximos apocalipsis, complots o tramas financieras o políticas, dietas alimentarias milagrosas, etc., etc.

Seamos felices, aprendamos a sentir gozo - basado en el conocimiento de que la humanidad ha triunfado siempre y ha avanzado y progresado a pesar de los aparentes fracasos y la destrucción de las civilizaciones pasadas -, gozo fundado en la inquebrantable creencia de que todos los hombres son almas y que los “puntos de crisis” son factores de utilidad comprobada para atraer el poder de esa alma, tanto en el hombre individual como en una raza o en toda la humanidad; gozo relacionado con la bienaventuranza que caracteriza al alma en su propio nivel.

 Reflexionemos sobre estos pensamientos y recordemos que todos estamos enraizados en el centro de nuestro Ser y, por consiguiente, podemos ver al mundo realmente con visión ilimitada, permanecer imperturbables, conociendo la finalidad desde el principio y sabiendo que el amor triunfará.

2 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. Estoy totalmente de acuerdo con la misma. Gracias por su difusión.

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  2. Gracias por compartir estas reflexiones. Creo que nunca se podrá insistir lo suficiente en el hecho de que, para cambiar el mundo, primero tenemos que empezar por hacer una purificación individual a nivel interno. Cuando hayamos logrado dar ese paso, podremos después ejercer un impacto positivo en el entorno inmediato que nos rodea (familia, trabajo, amigos, vecinos). Y no es necesario más. Haciéndolo de esta forma las cosas en el mundo entero van cambiando progresiva y naturalmente. Los problemas fundamentales nunca están en fronteras lejanas: hay que solucionar su causa fundamental, no maquillar o reparar los efectos; y esa solo está en nuestro interior. Lo cual significa una gran esperanza para todos.

    Saludos y Paz.

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